jueves, diciembre 13

Sueños para llevar

Punto Muerto

Lo siento amor, es este ánimo gris que me envuelve y me esconde de todo lo que podría sacarme a flote. Estos ojos que no te han llorado, pues no saben por dónde empezar.

¿Te acuerdas de la casa blanca con tantas ventanas y tanta luz? El labrador, el gran jardín, los tulipanes amarillos ¿los recuerdas? Los puedo sentir, punzantes bajo mis talones, haciéndome caer sin dejar de estar de pie, impidiéndome avanzar a pesar de sentir cómo el aire va cortándome la piel.

Me dueles, entraña a entraña intentan sublevarse a tu conformismo, muy dentro de mí. Pero es imposible, las siento batallar febrilmente sólo para caer vencidas, haciéndome ahogar en un grito tu nombre, cuando sigues desapareciendo, cuando las huellas de tu ausencia resultan cada vez más nítidas sobre el estigma que dejaste en mi piel.

¿En qué momento de esta historia es que tú decidías quedarte atrás; no huir, no acompañarte de otro cuerpo, sólo soltar mi mano e interrumpir tu caminar?

Me tropiezo constantemente con pedacitos de nuestras benévolas ambiciones, dibujadas en cada sonrisa enamorada que no es la tuya y corro a coleccionar maldiciones que no te mereces, tratando de hallar la clave de esta mediocridad que te endulzó el oído y te convenció de traicionar los sueños del “nosotros”.

Tomándome esta taza de café, le he cedido mi silla a una imagen que me crispa los nervios: Eres tú sentado en el perfecto asiento de mi decepción, riéndote estridentemente del insoportable mañana que yo tanto anhelaba. En una mano sostienes un reloj que avanza demasiado rápido como para llegar a hacer todo lo que se tenía planeado, y tirado en el suelo, el libro que te regalé y jamás hiciste por leer.

Me pregunto si aún recuerdas el dulce sabor de cada paso que dábamos juntos, el llanto catártico no tarda en llegar y algo me dice que ya va siendo hora de que pierda los estribos con algún recuerdo que me faltó por guardar. Sin embargo, el martes pasado decidí acabar con esta anemia sentimental, tres días más para lamentar lo inevitable y después de eso, me inventaré otros rumbos, unos muy míos y para mí. Unos que ni te atreverías a emprender.

Hoy me desperté a tiempo para olvidarte. Es viernes ya.

lunes, diciembre 10

Sueños para llevar


Creía saber de ti. Casi podía tocar el momento en que te acercarías a preguntar mi nombre. Estuve a nada de saborear el roce de tu mano, con la que tan anticuadamente me invitarías a bailar. Y por un segundo, creí haber vivido ese aroma que iba dejando tu mirada al pasar.
Sin embargo, alguien más me nombró en tu presencia, tú no supiste cómo llamarme y resultó que tampoco te gustaba bailar. Me seguía quedando el fresco de tus ojos, que eran desaire y disfrutaban de ser enigma. Caminaba al unísono con el resonar reservado de tus pasos, siempre a un lado tuyo, siempre con ganas de gritarte mis ansias.
De confesarte, arrullarte, desvestirte y aprehenderte. De aprenderte.
¿Se prepara un discurso o se espera a que las bocas se encuentren para así besarse todas las promesas?
Porque de tener que hablar, temo decirte que por primera vez no me sudan las manos. Mis ojos brillan más que al llorar, mi corazón late más fuerte que cuando fue decepcionado y mi cabello jamás se ha visto más enamorable.
Intruso, soy el de las fijaciones ridículas. El que siempre tropieza al caminar y cada mañana garabatea lo que le hubiera encantado ver en sus sueños. Vine a presumirte lo bonito que me veo cuando te escucho hablar, vine a invitarte un traguito de mi locura, para que te embriagues de inmediato con lo que podríamos aventurarnos a hacer si me tomas de la mano.
Lo que sucede es que esta luz es demasiado penetrante en mis adentros, y desde el lado izquierdo de mi dicha, se produce esta melodía hermosa que evoca una libertad que te quiero compartir. Lo que sucede es que he perdido el temor, y si la electricidad en mis labios provocada por tu cercanía, no se equivoca, quiero que sepas que esta sonrisa es advertencia, júbilo y verdad.
Estoy listo.

lunes, diciembre 3

Sueños para llevar

Besos.

El error que muchos cometemos es que cuando nos dan un beso, damos un sueño. Y cuando nos damos cuenta que esa persona no tiene interés absoluto en mantenerlo con vida o siquiera guardarlo, es cuando llega la conocida maraña de emociones estomacales.

Casal-couple-love-favim.com-284510_largeSi bien he aprendido que un beso no es un contrato, no es una opción para mi aún entender, cómo alguien puede menospreciar esa obra de arte. Unión de dos bocas, dos cuerpos diferentes que sincronizan su respiración, escuchan el latido de su corazón e incluso la temperatura se nivela.

Son dos bocas que se quedan en silencio para hablar en otro idioma y llevarnos a otro lugar, un lugar donde nada más existen ustedes dos. Un beso, es callar palabras para valorar el poder de la boca, esas bocas que tienen incluso el poder de salvar vidas, marcar la diferencia y declamar verdad… hoy se toman el tiempo para amar.

Quien besa por un instante de deseo pasajero, no se da cuenta que los protagonistas reales son los labios, y ellos son quienes nos invitan a la sincronía de la magia.

Hoy me besaron y él ni siquiera se dio cuenta de que no sólo se robó mis besos, yo siento que se robó una ilusión no terminada, me dejó inconcluso, pero me dejó esto. Hace mucho no escribía, pero hace mucho nadie me hacía temblar después de un beso. Él me besó y no se dio cuenta, no supo apreciar lo sublime del acto.

Cerrar los ojos, tocar su rostro y leer el aire con el olfato, tocar el cielo con la brisa que pasa entre sus caras, esas exhalaciones que son el combustible de la longevidad del beso. Me dejó esa sensación tan horrible de encontrar alguien, unos labios afines a los tuyos, una boca que hace par con la tuya y dar la vuelta para darte cuenta que él se fue, tú ya no existes para él.
Que ya no eres el mismo, porque cada beso te cambia, cada mano que entrelaza tu cintura te cambia el camino.

Adiós boca mía, ojalá un día vuelvas por estos besos nuevos, ojalá un día vuelvas cuando los sepas apreciar.

Pd. Te traes mi sueño y uno tuyo de regreso.

Mientras tanto, gracias, fue un placer besarte.