viernes, octubre 25

Punto Positivo

Todo es percepción

Ramón de cuatro años, agarrado del tubo dorado del caballito se limpia un par de veces las manos en el pantalón antes de que el carrusel comience a funcionar. Está nervioso. A distancia, el gran aparato lleno de luces, música, espejos y colores, lo ilusionó mucho. Sin embargo, ahora, arriba del caballo y en espera de que el juego arranque, el panorama se ve distinto.

De pie a su lado, le hago sentir que lo sostengo por la cintura. Ramón al inicio, no sonríe ni se suelta del tubo para saludar a sus papás que esperan afuera. A pocos minutos, ya saluda con dos manos y una gran sonrisa. Al detenerse el juego mecánico, quedó fascinado, “Me gustaría llevarme todo el carrusel a mi casa… pero no cabe”, me dijo. Me hizo prometerle que otro día regresaríamos para subirnos otra vez.

Ay Ramón  a mi me gustaría llevarme el mar a mi casa, pero tampoco cabe; me gustaría llevarme un atardecer a mi casa, o el campo completo cuando está verde, ¡pero no caben! “Ajá”, me decía tomado de mi mano mientras brincoteba de regreso al coche.

En cuestión de 15 minutos, su perspectiva sobre el Carrusel cambió varias veces; de Ilusión, a temor, a gozo y ahora a añoranza. Así es la vida…no hay acontecimientos, sólo percepciones. Para una persona miedosa, sólo habrá peligros en la vida. Para una persona optimista, sólo posibilidades. Quien tiene ojos de amor, buscará ver la belleza y la verdad en las cosas. Todo es percepción. Tu infancia es percepción. Las vacaciones fueron percepción. Ayer es percepción. La esperanza es percepción. El amor es percepción. Y ésta, entra por los sentidos.

El privilegio de poder ver, resulta de tener seis músculos delicados pero muy poderosos en los ojos que pueden realizar más de 100 mil movimientos al día. Iris, retina y nervios ópticos se organizan para enviar la información al cerebro a una velocidad asombrosa. Esto nos da, de acuerdo a los expertos la percepción de las cosas; sin embargo, bien visto esa información no es del todo física, es mental.

La primera ley de percepción es que ves lo que quieres ver. En 1961, el antropólogo Colin Turnbull, se dedicó a estudiar a los Pigmeos. Tomó a uno de ellos y lo sacó del bosque cerrado donde suelen vivir y lo llevó ante una gran planicie abierta en donde se podía ver una manada de búfalos a distancia. Nunca antes había visto cosa igual. Su vista no había sido expuesta a la profundidad de campo, por lo que no podía creer que fueran búfalos. “Deben de ser hormigas”, el pigmeo insistía.

Su percepción veía lo que estaba condicionado a ver. Lo mismo nos sucede todos los días. Tus ojos ven los objetos, pero tu mente es la que decide en qué enfocarse. Sólo hasta que te compras un coche rojo, notas la existencia de otros. Bueno, de hecho, no ves el mundo como es, lo que ves son tus pensamientos. Es por eso que percepción es proyección.

Esa es la diferencia entre una persona amargada y otra optimista. Es por eso que nunca se ponen de acuerdo sobre la visión de la vida. Uno no ve esperanza en nada, mientras el otro es exacto lo que ve. Y lo curioso es que de esta manera escogen su forma de vivir.

Siempre hay otra forma de ver las cosas. Partamos de que nuestros ojos parpadean alrededor de unas 25 veces por minuto, así que tenemos unas 25 oportunidades por minuto de ver las cosas de diferente modo. Así como un niño, que ante la misma experiencia cambia varias veces por completo su percepción; en nosotros está el elegir y vivir la vida que queremos.



No hay acontecimientos, sólo percepciones…

viernes, octubre 18

Punto Positivo

Cómo está tu influencia social

¿Qué tanta es tu influencia social?

¿Sabías que con sólo tres palabras la industria hotelera ha logrado que cada vez más personas colaboren con el reciclado de toallas y el cuidado del ambiente? ¿Sabes cuáles son esas tres palabras? Conocerlas no sólo ayuda a los hoteleros, sino a cualquiera de nosotros que busque persuadir, sin importar a qué nos dediquemos.

Todos los días nos enfrentamos al reto de conmover a otros para lograr lo que deseamos. Esto se refiere tanto a la mamá que busca convencer al hijo para se coma el brócoli o al adolescente que quiere un permiso de los papás, como al candidato que busca un voto o al vendedor de un producto o servicio.

En los últimos años, varios científicos han estudiado cómo obtener un “sí” de las personas. Me pareció interesante leer uno de tantos experimentos realizados al respecto en el libro YES! 50 secrets from the science of persuasion, de Noah J. Goldstein, Steve J. Martin y Robert B. Cialdini, y que a continuación comparto.

Se trata del poder que tiene lo que en psicología social se conoce como “influencia social”, una poderosa herramienta que los mercadólogos conocen muy bien y que, sin embargo, muchos desconocemos, en especial ignoramos su peso en nuestra toma de decisiones.

¿Qué es la influencia social?

En pocas palabras se refiere a cuando una persona duda si llevar o no a cabo una acción y busca fuera de sí misma para ver lo que otros hacen, asumiendo que las demás saben más que él, para así guiar su decisión.

Existen cientos de experimentos que comprueban ese mecanismo. En uno de ellos el asistente de un investigador salió a las calles de Nueva York y volteó a ver el cielo durante 60 segundos. La mayoría de la gente lo rebasaba sin hacerle el menor caso, pero cuando se agregaron cuatro personas más, de inmediato se aglomeró un buen número de personas para “ver” aquello que los otros veían.

Otro ejemplo de esa conducta es el incremento de las ventas de los productos anunciados en los infomerciales cuando en su publicidad sustituyeron las palabras “llame ahora, nuestras operadoras esperan su llamada”, por “si marca y está ocupado, por favor insista”.

Lo curioso es que cuando se les pregunta a las personas si la conducta de otros influye en la suya, lo niegan rotundamente.

Regresemos a la tarjeta de hotel que invita al reciclado de toallas. Con seguridad te has encontrado una de ellas. ¿Qué te motiva a colaborar en dicha misión? ¿El apoyo al medio ambiente? ¿El respeto a la naturaleza? En la superficie, esa es la razón que a todos motiva, o al menos a algunas personas al menos una vez durante su estancia.

Para demostrar el poder de la influencia social y con la colaboración del personal de un hotel, el profesor Cialdini, reconocido líder en el tema, y su grupo hicieron dos tipos de tarjetas que se colocaron en diferentes cuartos. La primera reflejaba el típico mensaje de “salvemos el planeta” e invitaba a los huéspedes a participar en el proyecto. En la segunda se le agregó “casi 75 por ciento de huéspedes ayuda al usar su toalla más de una vez”.

El resultado a la primera tarjeta fue la colaboración del 20 por ciento. Y cuando se especificó que otros huéspedes habían colaborado con el programa, el impacto se elevó al 33 por ciento.

Pues bien, ahora ya sabes que las tres palabras que deben estar implícitas en cualquier mensaje que busque persuadir son: “otros lo hacen”.

lunes, octubre 14

Sueños para llevar

Mis ganas
Qué ganas de convertirme en viento, ser ligero y no pesarle a tu mirada.
Ganas de encontrar mi propia valentía, dejar de correr en círculos, creyendo que huyo del destino, que logro burlar su camino, pero al final sólo vuelvo al mismo sitio.
Qué ganas de llorar. ¡Qué malditas ganas de llorar! Ser fuerte todo el tiempo resulta cansado. Déjame ser frágil a tu lado, déjame ser suave entre tus brazos.
Quiero volver a sentirme enamorado, que el corazón se me salga del pecho cuando tus ojos me miren, que mi piel se ponga a temblar cuando a mí te acerques, que mis pies tengan que pararse sobre los tuyos para poder besarte. Déjame quererte.
Deja que el Sol nos despierte, y que desobedezcamos a la Luna cuando a dormir nos mande. Vamos a querernos.
Rompamos reglas juntos.
Qué ganas de beberte la locura, de que me suden las palmas de mis manos, de que mi respiración se agite, y de que me cueste tranquilizar la sonrisa que provocas
Te estoy invitando a un amor sin tiempos, sin títulos, ni etiquetas. Te estoy invitando a ser el protagonista de mis novelas, el culpable de que mis alegrías, el monstruo al que mis miedos le teman.
Qué ganas de que subas la temperatura cuando haga frío, y de que mi boca nunca esté quieta. Quiero encontrar ese punto creativo, que consiga inspirar mi obra maestra.
Te invito a querernos un poco, a jugarle con fuego a la vida.
La mejor historia de todas y que podamos decir ¡qué dicha, esa historia es la mía!

viernes, octubre 11

Punto Positivo

A que sí puedes comer sólo una


¿Recuerdas esa frase del comercial de papas fritas: “A que no puedes comer sólo una”? Todos hemos comprobado que basta probar una, para entrar en una especie de trance impulsivo e inconsciente que nos lleva a ver el fondo de la bolsa en menos de cinco minutos. Lo mismo sucede con las galletas, los refrescos, las donas o las palomitas: terminas comiendo o tomando mucho más de lo planeado aún sin tener hambre o sed.

Y claro, el auto reclamo y el remordimiento por la escasa fuerza de voluntad llegan en tres momentos: a) junto con la sensación de pesadez en el estómago, b) al pararnos sobre la báscula, c) o al ver el reporte del laboratorio que nos indica índices elevados en niveles que quisiéramos mantener bajos.

¿Y qué pasó con la fuerza de voluntad? Pues te platico, que no es del todo un asunto de voluntad, sino de mecanismos biológicos específicos que nos llevan a conductas adictivas, y funcionan de la misma manera en los adictos a la heroína o al alcohol. Nadie elige ser adicto a los productos procesados con grandes cantidades de azúcar, grasa o sal combinadas de tal manera que llegan a ser tan poderosos como cualquier droga. ¿Por qué estos trances frenéticos de consumo no sucederán al comer brócoli, zanahorias o manzanas?

De acuerdo con el doctor Mark Hyman, en su libro The Blood Sugar Solution, estas conductas surgen de centros primitivos de recompensas neuroquímicas en el cerebro que interfieren con la fuerza de voluntad y, en el caso de la adicción a alimentos, ahogan las señales normales que controlan el hambre.

Es por lo anterior que le cuesta tanto trabajo a las personas obesas bajar de peso, a pesar del estigma social y las repercusiones en la salud, con padecimientos como presión alta, diabetes, enfermedades de corazón, artritis e incluso cáncer. Su manera de comer no obedece a que quieran estar gordas o no les importe; se debe a que están biológicamente enganchadas a desear estos productos y los consumen tanto como les es posible.

Si bien hay personas genéticamente predispuestas a desarrollar dichas conductas, también podemos volver –o ya hemos vuelto– adictos a los niños, creándoles grandes problemas de salud a través de los hábitos de consumo.

Aquí algunos descubrimientos científicos que confirman lo expuesto.

1. El azúcar estimula los centros de placer y recompensa a través de neurotransmisores de dopamina, exactamente de la misma manera que cualquier droga adictiva.

2. Imágenes del cerebro muestran que productos con alto contenido de azúcar y grasas trabajan en el cerebro igual que la heroína, el opio o la morfina.

3. Imágenes del cerebro muestran que la gente obesa y los adictos a las drogas tienen menos receptores de dopamina, lo que la hace más susceptible a desear cosas que eleven la dopamina.

4. La gente desarrolla una tolerancia al azúcar, que la hace necesitar más y más para satisfacerse; esto también sucede con el alcohol.

5. Las personas y los animales experimentan “síntomas de supresión” cuando se les limita el azúcar, igual que un adicto en proceso de desintoxicación.

6. Las calorías líquidas de los refrescos son las más adictivas.

7. Cada refresco que un niño consume, incrementa 60 por ciento su riesgo de ser obeso.

¿Por qué correr tantos riesgos? ¡Tan ricas y sanas que son las frutas, las verduras y el agua! Además, puedes consumirlas con libertad y sin remordimiento alguno. Te invito a aprender y enseñar hábitos de alimentación que nos permitan estar saludables.

martes, octubre 8

Kuriosidades


Como arruinan tu salud los Smartphones


La dependencia a los smartphones es una acción que cada día crece más y más, y es que el miedo a perderlo u olvidarlo en algún lado se convierte en una total pesadilla para los adictos a estos teléfonos inteligentes.

Según consigna La Tercera, los británicos son ahora tan dependientes de sus teléfonos celulares que un quinto de aquellos que posee ese tipo de tecnología chequea sus correos electrónicos en la cama, y cerca de la mitad (un 42%) lleva sus teléfonos de vacaciones a la playa. Además en el estudio se afirma que las mujeres tienden a padecer más ese tipo de ansiedad que los hombres.De acuerdo a un estudio publicado el 25 de agosto en Gran Bretaña, se indica que más de la mitad de los británicos sufre del llamado “Síndrome de Nomofobia”, que es el miedo a separarse del teléfono celular.

Pero la adicción no es la única forma en la que tu iPhone, Android o cualquier otro smartphone afectan tu vida. De hecho, utilizar en exceso un teléfono inteligente, puede causar daños a la salud.

Mira a continuación la infografía para descubrir cómo el celular puede estropear tu bienestar físico y mental.

1. Audición: Escuchar música con los audífonos de tu celular u otro dispositivo en sí no te va a dejar sordo. Pero si subes el volumen de la música al máximo, las células de unos vellos diminutos que están dentro de tu oído pueden dañarse haciendo que pierdas tu nivel de audición.

2. Calambres: ¿Te duelen a veces los dedos y tus muñecas por la forma en la que tomas tu teléfono celular? A veces este dolor se puede convertir en fuertes calambres, causando una posible tendinitis, consigna el HuffPost.

3. Adicción: En el Reino Unido, un 66% de las personas encuestadas reconocieron que tenían miedo de perder o estar sin sus celulares. A esto se suma que el 50% de los jóvenes entre los 18 y 29 años usa sus celulares mientras está en el baño.

4. Radiación: Aunque no se ha comprobado, la Organización Mundial de Salud (OMS) considera que la radiación de los celulares podría causar cáncer.

5- Síndrome vibración fantasma: Se refiere a sentir que el celular está vibrando pero en la realidad, no lo está. Un estudio publicado en la revista “Computers in Human Behavior”, señala que 9 de cada 10 jóvenes sufren este síndrome.

6. Síndrome de abstinencia: Tal cual como la adicción al alcohol o las drogas, la abstinencia drástica a un celular provocaría efectos similares como ansiedad, inquietud y sensación de aislamiento.

7. Dolor de cuello: El tipeo excesivo puede provocar lo que CNN Health denominó como “text neck”. Esto se refiere al dolor en el cuello y los hombros que provoca el mirar siempre para bajo hacia el celular.

8. Germenes y bacterias: El celular está lleno de microbios que encuentras en tu baño. De hecho, el medio estadounidense “Wall Street Journal” informó que en 8 celulares analizados de una oficina, se encontró bacterias coliformes en ellos, que son bacterias del intestino.

9. Dormir mal: Casi el 75% de los estudiantes de la Universidad de Stanford, reconoció dormir con sus celulares en la cama en el 2010, lo que sería una muy mala noticia, ya que las luces LED de los smartphones afectaría la producción de melatonina haciendo que cueste más quedarse dormidos, consigna la revista Nature. (Bio Bio)

SantiContreras

miércoles, octubre 2

Punto Positivo

Peter Pan
Ven conmigo Wendy, ven conmigo a un lugar en el que nunca, nunca tendrás que preocuparte por cosas de adultos otra vez.
Ahí estamos todos, queriendo ser felices pero tropezándonos con nuestras propias acciones y pensamientos que al final de cuentas, son lo único que nos lo impide. Queremos ser felices pero aprendemos a dejar de llorar, a callar y a obedecer. Nos olvidamos de soñar en grande, dejamos de vestirnos de Superman, Spider Man, Batman, Sailor Moon, o un simple Power Ranger y así, dejamos de combatir contra el mal para salvar al mundo. No nos avergonzábamos de nuestros gustos, queríamos algo, lo pedíamos y ya. Cuando algo dolía, llorábamos para desahogarnos y a la hora siguiente, éramos capaces de reír. No nos clavábamos en lo que dolía, lo dejábamos ir porque en la lógica más pura e inocente, aquello se interponía en la relación yo-felicidad.
¿Y ahora?
¿Cuántas veces no vamos por ahí recordando una y otra vez, una y otra vez aquello que nos lastima? ¿Cuántas veces no guardamos todo aquello que al final termina por resultarnos pesado?
Vamos acumulando tantas cosas, y el equipaje es tan grande, que dejamos de ser ligeros. Y para volar, es preciso ser ligero.
Peter PanCrecer no debería de ser sinónimo de dejar de ser niño. De hecho estoy convencido de que son los niños los más grandes en el mundo. ¿Pero cuándo se deja de ser niño? ¿Cómo saber si nos estamos alejando de esa niñez?
Muy simple.
1. Cuando escuchamos lo que dicen los demás, y no lo que nos dicen nuestros propios deseos.
2. Cuando dejamos de creer que las cosas son posibles.
3. Cuando nuestros problemas son más grandes que nuestra imaginación.
4. Cuando dejamos de pedir con fuerzas aquello con que verdad queremos.
5. Cuando las normas sociales se sobreponen a nuestros instintos.
Y es que, si me lo preguntan, sí hay una fórmula para ser feliz, la descubrió J.M. Barrie y es precisamente Peter Pan, es decir, nunca dejar de ser niño.