domingo, agosto 31

Sueños para llevar

Tiempo

El tiempo es una magnitud física con la que medimos la duración o separación de acontecimientos, sujetos a cambio. El tiempo permite ordenar los sucesos en secuencias, estableciendo un pasado, un futuro y un tercer conjunto de eventos ni pasados ni futuros respecto a otro, ese conjunto de eventos simultáneos es el presente. El presente es relativo al observador. 

Por lo tanto, mi presente podría ser el momento en que al besarte mi corazón palpita más rápido, mis pupilas se dilatan pero mis párpados las cubren, mi lengua danza con la tuya y mi respiración se paraliza, todo al mismo tiempo. Ese es mi mejor presente. El presente que comparto contigo. 

viernes, agosto 8

Sueños para llevar

Síndrome de Estocolmo

Pensé que ya nunca volvería a escribir sobre y para ti, pero hoy vino una de esas noches de las que ya te conté alguna vez y no lo pude evitar. Hoy quiero platicarte cómo me enamoré de ti.

Me enamoré de ti de la misma forma que pasan las cosas que no tienen sentido. Detrás de la necesidad de estar contigo, o con cualquiera, había una soledad amarga y un frío que quemaba todo. Y mientras el caos que era mi vida de soltero me empujaba a seguir un camino cuesta abajo, apareciste tú con una sonrisa predestinada a convertirse en mi guía hacia tu cama.

Nunca he creído en la magia, pero puedo apostar todo lo que tengo a que el tiempo se detenía cuando me veías con esos ojos cafés. “No es que no te ponga atención, es que me perdí escuchando el sonido de tu voz”, recuerdo que te dije alguna vez. Eras la música que tanto buscaba para que ambientara mi vida. Sabía muy bien dónde me estaba metiendo, sabía lo peligroso de enamorarse; lo que ignoraba era hasta qué punto deseaba no encontrar nunca la salida.

Y creo que contigo sufro de El Síndrome de Estocolmo. Un día dejamos de abrazarnos, pero nunca dejé de imaginarme rodeado por tus brazos. Me prohibiste probar de nuevo tus labios, pero con haberlos besado sólo una vez era fácil darse cuenta que todos los demás jamás estarían a su altura. Debí haberte idealizado menos pero se me olvidó voltear a ver mis cicatrices viejas. Aunque nada de eso me importaba en aquellos momentos, yo sólo quería querer y ser querido, y sé que así fue por un tiempo.

Ya no le busco razones a mi tristeza, por eso te sigo buscando intentando justificar porqué ésta no se termina marchando. Pero siempre la conclusión es la misma. Soy yo y mi estúpida manía de saltar a las vías del tren, con la esperanza de que me salve alguien. Pero nunca llega nadie, ni tú. He muerto ya varias veces con cada tren que ha pasado encima y sigo sin aprender.

Pero voy a estar bien, mi amor. Sé que puedo hacerlo bien. Tengo aguante para muchos trenes más. Sé que puedo no volverme a obsesionar con la nada. Sé que ahora puedo terminar las historias antes de empezarlas. Pero ahora, la cuestión es si quiero hacerlo contigo, si quiero volver a repetir todo de nuevo o si quiero arriesgar nuestro tiempo y mi salud intentándolo pero de forma diferente.

Estoy seguro que ya sabes la respuesta. Sólo tienes que recordar cómo te miraban mis ojos la última vez que nos tomamos de la mano.

lunes, agosto 4

Sueños para llevar

Piel amarga.
Caemos en ese viaje de autodestrucción cuando tenemos culpas, o nos queremos muy poco. Auto castigo, ahí vivo yo. Conozco muchas historias, muchos dolores, y todos piensan que no hay herida más grande que la suya. Afortunados somos todos de sufrir un sólo dolor; el nuestro. ¿Qué sería de alguien que cargara los pesares de toda una humanidad?
Y aquí estoy yo, sufriendo por amor, por desencanto, por culpa. Terrible culpa.
Mi nombre no importa, lo que importa es mi dolor. Como a muchos nos ha sucedido, el hombre de mi vida se marchó y desde entonces, ya no sé amar. Lo olvidé, prometí estar con él y le fallé porque se fue, porque no está.
No sé qué hago ahí, en una cama distinta cada noche, sin un hogar, permitiendo ser objeto de todos, complacerles con los ojos cerrados, fingir que me gusta, fingir que creo que un momento así me hará feliz.
Pero no. Sólo termino sintiéndome más vacío, más culpable. Me dicen que quizás busco el amor en brazos equivocados, pero en realidad sólo lo estoy buscando a él en otras personas. Y todo carece de sabor, de sensaciones, de belleza.
Y me pregunto si son sus pieles las que son tan amargas, o es la mía cuyo aroma y sabor se han percudido.


Lo peor, es que ya no puedo buscarlo, ni escucharlo. Me dejó, a mí y a este mundo ese día que volvimos de la playa, después de jurarnos sonrisas eternas. Iba manejando yo, la culpa fue mía, yo sobreviví y él murió.¿Por qué no ardí en llamas junto a él? ¿Será el fuego de esa noche y las cenizas de su cuerpo, que me han dejado la piel amarga?