miércoles, octubre 2

Punto Positivo

Peter Pan
Ven conmigo Wendy, ven conmigo a un lugar en el que nunca, nunca tendrás que preocuparte por cosas de adultos otra vez.
Ahí estamos todos, queriendo ser felices pero tropezándonos con nuestras propias acciones y pensamientos que al final de cuentas, son lo único que nos lo impide. Queremos ser felices pero aprendemos a dejar de llorar, a callar y a obedecer. Nos olvidamos de soñar en grande, dejamos de vestirnos de Superman, Spider Man, Batman, Sailor Moon, o un simple Power Ranger y así, dejamos de combatir contra el mal para salvar al mundo. No nos avergonzábamos de nuestros gustos, queríamos algo, lo pedíamos y ya. Cuando algo dolía, llorábamos para desahogarnos y a la hora siguiente, éramos capaces de reír. No nos clavábamos en lo que dolía, lo dejábamos ir porque en la lógica más pura e inocente, aquello se interponía en la relación yo-felicidad.
¿Y ahora?
¿Cuántas veces no vamos por ahí recordando una y otra vez, una y otra vez aquello que nos lastima? ¿Cuántas veces no guardamos todo aquello que al final termina por resultarnos pesado?
Vamos acumulando tantas cosas, y el equipaje es tan grande, que dejamos de ser ligeros. Y para volar, es preciso ser ligero.
Peter PanCrecer no debería de ser sinónimo de dejar de ser niño. De hecho estoy convencido de que son los niños los más grandes en el mundo. ¿Pero cuándo se deja de ser niño? ¿Cómo saber si nos estamos alejando de esa niñez?
Muy simple.
1. Cuando escuchamos lo que dicen los demás, y no lo que nos dicen nuestros propios deseos.
2. Cuando dejamos de creer que las cosas son posibles.
3. Cuando nuestros problemas son más grandes que nuestra imaginación.
4. Cuando dejamos de pedir con fuerzas aquello con que verdad queremos.
5. Cuando las normas sociales se sobreponen a nuestros instintos.
Y es que, si me lo preguntan, sí hay una fórmula para ser feliz, la descubrió J.M. Barrie y es precisamente Peter Pan, es decir, nunca dejar de ser niño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario