Las computadoras de cartón
Un día, Julián Antonio Tzakum May, maestro rural en la Escuela
Carlos Lugo López, situada en uno de los municipios más remotos de Quintana
Roo, al ver que sus niños de primer año de primaria jamás tendrían acceso a
computadoras, decidió hacer 15 máquinas con pedazos de cartón, fieltro y hule
espuma, las llamó "PC–gráfos". Con ellas enseñó a sus niños cómo era
el teclado y el orden de sus letras, las cuales ideó fueran desprendibles para
poder pegarlas en la pantalla de fieltro; les mostró el uso del cursor, del
enter, de la barra espaciadora, de las mayúsculas, en fin, el manejo básico de
un ordenador. Con ellas, durante 13 generaciones, sus alumnos conocieron las
letras, aprendieron a segmentar las sílabas, las palabras y, lo más importante,
a leer; todo como un juego.
Una mañana, el maestro Julián recibió una llamada a su
celular, desde el otro lado del teléfono alguien le preguntó si le gustaría
cambiar sus máquinas de cartón por unas de verdad. El se rió de inmediato,
pensó que era una broma. No lo fue. Tres meses después, los alumnos tenían
instaladas 15 computadoras con programas de aprendizaje. "No lo podía
creer", dice Julián con una hermosa sonrisa en los ojos, "el sueño
que había tenido durante muchos años se hizo realidad. Lo único que tengo de
decir es 'gracias' por invertir en estos niños. Les aseguro que rendirán muy
buenas cuentas".
Al ver testimonio del maestro Julián en su dulce tono maya,
las caras de felicidad de los niños, considerar lo remoto de la escuela, se me
hizo un nudo en la garganta y recordé que en México no todo está mal ni todos
los maestros son malos; que existen personas y organizaciones muy buenas y
generosas. Porque gracias a acciones como ésta, México sobrevive y se defiende
de ser arrastrado por trifulcas políticas y la ambición de partidos y personas
a las que lo único que les interesa es una cosa: el poder.
Prueba de que con ganas y trabajo todo se puede. Julián no
tenía un centavo, tenía imaginación, creatividad y pasión; si todos los
maestros de este país fueran como él, en verdad estaríamos muchos años adelante
en el tema de la educación. Si así fuera, la delincuencia sería menor y el
progreso exponencial.
Es cierto que es más fácil hablar de lo mal que está nuestro
país, incluso es más taquillero que hablar de logros como el del maestro Julián
y de los avances de un grupo de 15 niños en un lejano municipio de Quintana
Roo. Sin embargo, al imaginarme la alegría en sus ojos, me devolvió la
esperanza y la fe, no sólo en los maestros, sino en los mexicanos.
Te invito a reflexionar: ¿cuántas horas le contribuyes hoy a México? Para que así, levantemos en más en alto el nombre de nuestro país y
recobremos la tranquilidad que hemos perdido. Yo, ya me llevo la tarea.
vIDa kukú, así como tú, en Positivo.
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