Hace unas semanas en Batiscafo platicábamos de los problemas que enfrenta la legalización de la marihuana, retomaremos el tema en la edición de este Lunes, no se olviden escribir sus comentarios, saludos.
Dos son los problemas para que se abra otro frente al narcotráfico, especialmente un frente jurídico, con leyes que permitan las drogas blandas como la marihuana y combatan el lavado de dinero. El primero es que está resultando económicamente beneficiosa la guerra para los ratones de laboratorio, además de que el negocio del narco sigue intacto, las estimaciones reportan que en años pasados el narcotráfico, tan sólo en México, ha dejado mucho más que las ganancias de PEMEX.
Segundo, legalizar la marihuana implica un arduo trabajo, una ley que tendría que abarcar todo el proceso de producción, distribución, venta, calidad y salud pública, tanto en países productores como consumidores, y más difícil que ponerse de acuerdo con senadores gringos es hacer trabajar a nuestros legisladores. Además de que no quieren ver al narcotráfico como traba a la salud pública.
Otros problemas que enfrenta la legalización de la marihuana son los prejuicios sociales ¿Cuántas veces no hemos escuchado?: “si legalizan la marihuana va a aumenta el número de pachecos”. Yo lo dudo mucho, la marihuana no va a ser un producto de la canasta básica, nuestras mamás no la van a agregar a la lista del super. Ni si quiera va a ser más fácil conseguirla, de hecho no puede ser más fácil conseguirla.
Yo les preguntaría ¿Qué tiene de malo que todos seamos pachecos? Piénsenlo un segundo, el mundo sería totalmente diferente, no habría gente estresada, no habría empujones en el metro, seríamos amables y nuestros candidatos políticos no tendrían que fingir la risa.
El otro prejuicio sobre le marihuana, es que si eres pacheco eres ratero. Falso, la marihuana es igual que cualquier otra sustancia “adictiva” (Pongo entre comillas adictiva, porque existe un debate sobre sus propiedades adictivas) como el alcohol, la nicotina, el refresco de cola, la cafeína.Todos somos adictos a algo, algunos ya muy extremos son adictos a cómicos como “el albertano” y no por eso debemos juzgarlos como rateros o enfermos mentales.
Para no cargarles la mano a los ratones de laboratorio, tampoco podemos olvidarnos de nuestra obligación que tenemos como actores sociales, como papás, hijos, vecinos, para prevenir la delincuencia y la drogadicción. Es muy fácil esperar que el próximo candidato presidencial venga a quitar las drogas de las calles cuando nosotros somos incapaces de quitar a nuestros niños ella y darles un libro. Al fin y al cabo es más fácil abrir la puerta y darles una patada en las nalgas a nuestros hijos, que abrir un libro y echar a andar la imaginación.
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