miércoles, julio 20

Me alkilo para soñar

La penúltima ronda

 A mitad de la penúltima ronda me puse a pensar brevemente en ti,
una copa tras otra le contaba a la hoguera nuestro fugaz instante un año atrás.
Al fulgor de la chimenea llegaste hetera con tu rostro de mármol.
Bailamos al son de las velas. 
No eras tú, sin embargo lo deseaba,
esperaba que fueras, que llegaras del silencio de la oscuridad o de cualquier lado. 
Agudice los sentidos para percibirte si es que regresabas del olvido.

Pretendiendo reconocernos  nuestras manos araban el terreno en medio de las notas
y en un unánime acuerdo nos sumergimos
en el dulce vino de nuestros labios. 
No eras tu sin embargo lo esperaba,
deseaba que fueras en medio de la noche, que llegaras de cualquier parte
acercándome el pan de tus besos. 

Alejando el frágil insomnio nos hayamos
hurgándonos en la noche extraviando fortuitas caricias, desalmados.
Conquistando la cima de sus muslos nos bebimos gota a gota sedientos,
perdiendo nuestras miradas en el vaivén de la noche que nos acorrucaba.
la sospecha de nuestra ausencia total me invadió. 
Al unísono de los ruidos de la batalla y del silencio de la noche te invente de ese febril instante fugaz;

Ajuste el calor de su pecho, recorte su espalda con mis besos a tu medida exacta,
susurre el mismo discurso en su oído derecho unte sobre la cama el aroma de tu piel
que había guardado para luego, para el día difícil, mientras respiraba tu cansancio para no perder nada de ti. Pero no eras tú ni tu ombligo de cenote virgen ni tu cielo
y sin embargo esa noche junto a la hoguera fue exclusiva de ti y de ella.

Gandhi Hernán

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