viernes, julio 1

PuntO pOsitivO

Feliz o Culpable

Imagina que colocaran sobre el piso 10 hojas alineadas y numeradas del 1 al 10 y que te pidieran que te pararas sobre el número con el que al día de hoy calificarías tu nivel de felicidad, piensa, te encuentras en un ¿7?, ¿un 5? o un ¿10?. De acuerdo con los estudios la mayoría de las personas nos colocamos entre los números 4 y 7, -no siento que debería estar más arriba, me da miedo ser feliz, la vida te la cobra después.- son las respuestas más comunes.

La razón principal de este sentimiento es la culpa, somos una sociedad culposa, pero ¿cómo definir culpa? Sencillamente la culpa es creer no merecer ser feliz, es la creencia de no ser suficiente, la cual aprendimos, cuando somos pequeños se nos enseña que nacimos con pecados, somos culpables, ¿pero de qué? me lo pregunto al ver lo puro y sagrado de un niño o un bebé.

De pequeños escuchamos Dios está en todos lados, nos imaginábamos al ojo de Dios siempre presente, juzgándonos desde la esquina del cuarto, en la cocina, en el salón de clases, por doquier.  Más esto no es no solo es un asunto del catolicismo también el  judaísmo está cargado de culpas ambiguas, los hindúes tiene el karma, en fin, la culpa está presente en todos lados es omnipresente. Desde niños  nos inculcan que nuestra esencia no consiste en el amor sino en la culpa, con la mejor intensión nuestros padres nos repitieron hasta tatuarnos frases del tipo: -¡ve lo que has hecho!, deberías de sentir vergüenza, estamos muy decepcionados de ti, un día me vas a matar de un coraje,  o bien ¿sabes cuánto nos hemos sacrificado por ti?, ¿cuántos niños pobres quisieran comer este plato de espinacas?, y ni hablar de cuando se aceraban las fechas navideñas por qué era Santa Claus te va a traer piedras en lugar de juguetes. Culpa, culpa y más culpa.

A las generaciones que vivieron los sufrimientos de las guerras le enseñaron que sentir culpa era bueno, te formaba, te ponía límites y te impedía pecar, significaba que la persona era buena cristiana, incluso muchas mujeres de la época encorvaban la espalda, miraban hacia abajo, y se hacían chiquitas chiquitas como queriendo pasar desapercibidas, eso era ser una buena mujer, resultado de la culpa permanente de no ser suficiente, la cual a pasado a las generaciones de hoy.

En la escuela nos maestros también ponen su parte al dosificarnos buenas dosis de culpa, ¿Qué dirán tus papas?, lo interesante es que los niños aprenden de volada y le voltean los papeles a los padres, -¡no es justo! ,¡tú nunca estas aquí!, nunca me llevas a algún lado, o eres mal@ cuando les niegas un permiso. Así de manea inconsciente el juego se repite.

Sería bueno detenernos y escuchar que les decimos a nuestros niños, y que no decimos a nosotros, todos anhelamos ser felices sin embargo mientras nos juzguemos  como “no merecedores” nunca seremos capaces de aceptar libremente esa felicidad, siempre intentaremos, negociar, intercambiar, pagar o conformaros con algo menos valioso, solo que no es un asunto de merecer sino de escoger.

Así que te invito a pararte sobre el número 9 o 10 de la escala, yo ya lo hice y convencerte que ser feliz no solo te lo mereces sino que es tu derecho.

vIDa kUkÚ

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