viernes, julio 20

Punto positivo

El lado soleado de la calle

¿Ser naturalmente feliz o infeliz? ¿Existirá tal cosa? Y si un individuo se considera infeliz, ¿puede cambiar? 

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Todos lo hemos comprobado: hay personas que parecen estar siempre felices; no importa cuándo, en dónde o con quién se encuentren, sin necesidad de estímulos externos, la energía que emana de ellas es siempre positiva. Pero, ¿naces o te haces?


Las investigaciones muestran que en un nivel inconsciente, la mente de algunas personas tiende naturalmente a enfocarse en una visión optimista de los demás y de la vida; ellas perciben y recuerdan con mayor facilidad los aspectos positivos. A este sesgo los científicos le llaman el efecto Pollyanna. 

Por otro lado, la gente que no se considera a sí misma feliz, enfoca siempre lo negativo, lo que no tiene, lo que le falta; lo usual es que suele tener argumentos convincentes para permanecer así: infeliz. Arguye que la felicidad es algo demasiado simplista, no duradero y complaciente, para ella ser feliz es algo que la vida te cobra, naïve y demás ideas. Por eso, el primer reto con el que una persona así se encuentra para modificar su estado es vencerse a sí misma. 

El profesor psiquiatra Michael Argyle de la Universidad de Oxford, quien ha dedicado su vida a investigar el tema de la felicidad, publicó un estudio realizado por la BBC de Londres en el que revela que las personas felices tienen varias cosas en común que la gente normal no tiene:

• Un grupo amplio de buenas relaciones que incluye, por lo menos, una muy cercana; además de una red de amigos o relaciones próximas. 
• Un trabajo que disfruta y encuentra retador.
• Actividades recreativas que le satisfacen. 
• Una personalidad especial.
• Sabe lo que quiere de la vida y le da sentido.

Las personas felices tienden a ser extrovertidas, antes que introvertidas; asimismo, son muy optimistas, asumen que todo estará bien y sólo recuerdan las cosas buenas del pasado. Si algo sale mal, no se culpan a sí mismas —puede que culpen a otros o a las circunstancias, más nunca se culpan a sí mismas del modo en que lo hacen las personas infelices. 

Por otro lado, no se imponen metas imposibles de obtener, por lo que no se frustran por la brecha que hay entre sus aspiraciones y sus logros. Tienen buenas habilidades sociales y suelen ser más cooperativas, más asertivas. Confían en que si conocen a una persona, se llevarán bien y se divertirán con ella y, de hecho, así sucede. 

Cabe aclarar que cuando el efecto Pollyanna es exagerado y una persona llega a ser “demasiado” positiva, se puede desconectar de la realidad y mantenerse en un plano superficial y banal. 

Pero, ¿qué pasa con los que no tienen esa disposición natural a ser felices? “No te rindas, mantén la esperanza: la personalidad, hasta cierto punto, se nos da en el nacimiento y hasta cierto punto es adquirida en la niñez, pero no es algo que se tenga para toda la vida: se puede cambiar”, nos dice el doctor Michael Argyle. 

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Parece simplista, mas algunas de las cosas que contribuyen a que un individuo se sienta feliz son: hacer ejercicio a diario, encontrar buenas noticias y compartirlas sin importar lo malo que estuvo el día, buscar 10 minutos de silencio y quietud para sí mismo, saberse merecedor de ser feliz, realizar una actividad que sea placentera por lo menos 30 minutos a diario, dormir bien y apreciar y agradecer los regalos de la vida. 


¿Por qué es importante explorar el tema? Sencillamente porque ser feliz es una decisión; surge del interior. Esto es lo más importante. Por lo que podríamos concluir, que está en mi, y nada más en mi, el ser naturalmente feliz. 

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