Escríbeme.
Y entonces suspiro, no para sacarte sino para meterte aún más.
Si vieras, mis dedos bailan tan fácil que cualquier persona se asustaría de ver tan increíble espectáculo. Si vieras, mis ojos han pasado a ser de un gris brilloso a un caleidoscopio completamente hermoso. Si sintieras, mi corazón grita palabras inventadas por ti y por mí, creando un ambiente tan familiar que creía muerto.
Escríbeme que soy una hoja en blanco, tan blanco que la mismísima nieve le envidia. Y es que la distancia nos tiene envidia, pobre de ella, jamás tocará una mano como lo hago yo contigo. Letras vienen y van, pero de algo estoy seguro, estas tuyas y mías siempre se quedarán. Escríbeme, que tengo trescientos renglones por rellenar.
De chico compré un cuaderno, de esos que el espiral no soporta cualquier golpe. En él, en cada esquina de cada página, dejaba un espacio en blanco, esperando rellenarlo con un nombre, tu nombre. Ten, te regalo mis letras de amor, amor. Te regalo lo que soy y no soy, te regalo mi cuerpo, boca, ojos y alma entera.
Hoy tomé la fotografía más hermosa que cualquier hombre puede tomar. Hoy te vi, cerré los párpados y la imprimí sombre mis sueños. Hoy abrí mi pecho, solo para asegurarme de limpiar todo el espacio en el cual te voy a meter. Hoy me di cuenta que nací para encontrarte. Ven, estos latidos no serán escuchados solos.
Y entonces suspiro no para sacarte sino para meterte aún más a donde estás destinada a ser
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