lunes, abril 11

Batiscafo

Háganse a un lado


Para iniciar el batiscafo de esta semana me gustaría pedir una disculpa a todos nuestros lectores por la ausencia de esta columna la semana pasada. No es por justificarme, al contrario, la causa de la ausencia de batiscafo será el tema de esta semana, mi visita a la Huasteca Potosina.

Mi capacidad descriptiva aún es muy pobre para dibujar la inmensidad, la belleza y lo imponente de la Huasteca Potosina, un océano de montañas, de olas de piedra inamovibles, sobre las cuales habitan mexicanos, dueños de una tradición, costumbres y lenguas que viven con la misma fuerza con que la Huasteca resiste al viento y a la lluvia.

Platicar con la gente de Tancanhuitz o el Aguacate, me hizo preguntarme ¿En dónde radica la grandeza de México? ¿En el Chicharito, en la guerra contra el narcotráfico, en los festejos del centenario y el bicentenario?

Son preguntas con respuestas muy complicadas, porque “el Chicharito” es un excelente futbolista que pone en alto el nombre de México en todo el mundo cada ocho días, la guerra contra el narcotráfico ha logrado que nuestros vecinos del norte aplaudan nuestro esfuerzo, ha logrado que nos volteen a ver como iguales, como personas con la capacidad de gobernarnos y resolver nuestros problemas solos, los festejos del bicentenario y centenario ya los hubieran querido los Franceses, hubieran querido ver a la Libertad marchar por los Campos Elíseos, así como nuestro coloso por Reforma.

Creo que en la Huasteca Potosina encontré el hilo negro, la grandeza del país radica en su gente, que no importa cuanto suban la tortilla, la leche o la gasolina, guarda silencio y trabaja para pagarla. Que no le importa que sindicatos, diputados, senadores, gobernadores y demás bola de zancudos, chupen la ya muy diluida sangre de la patria, su gente aprieta los dientes y puños y trabaja más duro.

Hablo de la gente como tú, como tus papás, como mis papás, que buscan más de una forma para llegar a fin de mes y además busca la forma de ayudar al de al lado, hablo de la gente que aún corrige a sus hijos porque tira basura en la calle, porque le contesta a sus maestros, porque regresa a casa con algo que no le pertenece, que inculca el respeto por los adultos, que inculca la tolerancia por la gente que piensa y luce distinto, hablo de los verdaderos mexicanos sobre los cuales descansa una moribunda patria.

Nosotros los verdaderos mexicanos estamos hartos de ver y escuchar a ladrones, escondidos bajo los colores patrios, los colores del sol o del cielo, decir que son el vehículo para llevar a México al primer mundo. Su trabajo, supuestos patriotas, ya está hecho, ya lograron dejar a nuestra patria en los huesos, conectada a los respiradores artificiales de las remesas, con el suero del petróleo que a penas la reánima y con una dosis de drogas ilegales que nadie ve, pero todos sentimos sus efectos. Su trabajo esta hecho señores, háganse a un lado, ahora es el turno de los verdaderos mexicanos de cuidar y regresarle la salud a nuestro país.

Por nuestro rumbo no se preocupen, peor dirigidos no vamos a estar.


P.D: Ya pueden seguirnos por Facebook y correo, escribanos, si están de acuerdo o no, a Gavroche le gustará leerlos y hacer un diálogo con ustedes amigos lectores. Saludos.

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