Adagio.
Me reservo el derecho de hablar
…escuchar tu sonrisa con el viento
y en su follaje mecerse con mesura
cual si fuese pirotécnico secreto
ilumina las bastas llanuras
columpiándose de polo a polo
en equinoccio tu selenio
y espío tu incertidumbre
y tú me miras incierta
diurna y bella
y absorbo de la ubre
en tus pupilas,
halo de mi mundo ciego,
el fulgos
las tinieblas
trepidantes que me incitan
a poblar tu cuerpo yermo.
Pensando en voz baja
ausculto mis dedos a tus palmas
y al tacto de los pensamientos
derribas los monstruos del silencio
cuando nos escuchamos palpitar
degustando el sudor mudo
me inculpan los temblores en el pecho
y las pupilas abriéndose como pétalos
al universo
me aprisionan me embargan
los sentidos indefensos
me confinan a la eternidad
del anónimo preso
abrazado a su perpetua quimera.
Callados entre los segundos
a cuenta gota
respirar contigo es como morir
sin armas
atado sin coraza a ti
tus dedos me juzgan me interrogan
pensil de tus manos
tus ojos
tus poses
son tortura de deseos vanos
solo los trazos indivisibles
e imaginarios
estiban tu margen
como suplica y penitencia
de mis insuficientes brazos
diezmado del adagio
de tus ojos posados
interrogantes
tengo los labios callados
de tanto pensarte
y en sospecha
de mis malas intenciones
cabalgante decapitas
con indiferencia
el sepulcral silencio
y escucho tu menoscabo
murmullo
siento el aroma y la distancia
más infinita que nunca
y en grito insonoro
suplicante
lo confieso
te amo tan mendigo
tan culpable
y espías mi incertidumbre
y yo te miro incierto
furioso y cobarde
escapándote de esta faltriquera soledad
cuando ya no hablamos con el silencio
cuando ya no nos hurgamos pensamientos
sudores o temblores
tan lejos y tan cerca de la verdad
de la proximidad del sinfín
de los desorbitados cuerpos
tú solamente te alejas
sin interpretar las señales
sin escuchar mí ultimo deseo,
diurna y bella tú te alejas
apenas un universo
y en la distancia naufragamos
en recta paralela
como témpanos en reposo
como témpanos divagando
a mar abierto
donde no hay clemencia
donde ya no se escucha
mi último ruego
y me dejas confinado
a la eternidad
del anónimo preso
con mi quimera
y mi silencio.
Gandhi Hernán
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