lunes, mayo 2

Batiscafo

Incompleto niño día del.
Viernes 29 de Abril, Ciudad de México, uno de los tantos vagones del sistema de transporte colectivo metro, que corren de la estación Pantitlán a Observatorio. Trato de alejarme lo más posible de los demás usuarios porque el calor es insoportable, el sonido del vagón anuncia: “siguiente estación, merced”, pero no hace falta tal aviso, el inconfundible olor de la merced ya se ha hecho presente muchos metros antes de llegar a la estación. Las puertas se abren y el andén inyecta más gente de la que el tren vomita. Pero entre mis nuevos acompañantes hay algo peculiar, que hace distinto el viaje de este día.

La mayoría son niños, que hacen olvidar el penetrante olor, el asfixiante calor y las prisas, con sus risas, sus gritos y su alegría de ir a Chapultepec, su ilusión de festejar el día del niño en el milenario bosque, el mismo desde donde Nezahualcoyotl y Moctezuma Ilhuicamina llevarán agua a la gran Tenochtitlan.

Pero sus alegres miradas y sonrisas no pueden ocultar las manchas blancas en sus caras, ni los brazos y piernas sucias. Miro alrededor y trato de encontrar a los padres, solo logro encontrar tres o cuatro parejas de menos de treinta años, “no, ellos no pueden ser los padres, son muy pocos, por lo menos a cada pareja le corresponden tres niños, son muchos, no puede ser o ¿Si?” pensé.

Efectivamente, cada pareja jalaba como locomotora al menos a tres niños furgones, desde el más pequeñito que iba en los brazos de papá, hasta el mayorcito de máximo unos once años de edad, incluso había quienes cargaban con su niño aún en el vientre. Con forme avanzaba el metro aumentaba la algarabía y la impaciencia de los niños, quienes ya querían encontrarse con el oso panda o con las puertas del castillo de Chapultepec.

La voz electrónica volvió a escucharse: “próxima estación, Chapultepec”, esta vez el vagón liberó más personas de las que atrapó, pero con ellas se fue la alegría y la música de las risas, para darle lugar de nuevo al calor y a las prisas. Pero no nada más fueron niños lo que bajo en esa estación, también mis pensamientos se fueron rumbo a Chapultepec, con los niños y sus papás, no podía dejar de pensar hasta qué punto tiene derecho una pareja de traer tantos niños como les sea posible al mundo.

Tienen todo el derecho concluí, pero es más poderoso el derecho que tienen los niños a crecer sanamente, sin jiotes en la cara, limpios, con una educación y salud completa, con padres que sean capaces de alimentar su curiosidad e impulsarlos para que crezca esa curiosidad.

¿Qué estamos haciendo con la primera generación de mujeres y hombres del siglo XXI?, ¿Medias personas? Medio los alimentamos, medio los educamos, medio los vestimos, medio los calzamos, medio los atendemos y medio los queremos.

Exagero, los queremos muchísimo, para muestra un botón y ¡un celular del día del niño!

Gavroche

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