lunes, junio 18

Sueños para llevar


El conejo de la Luna.


¿Crecer o no crecer? He ahí el dilema.

F9d552337ccmpoylc_53985_2124743acc_largePero nadie nos pregunta si queremos crecer, sucede y ya, como cuando el aguacate se hace negro, no hay marcha atrás. Por eso, hoy me regalaré un flashback. Me instalaré justo en ese momento de la infancia en la que mi desayuno consistía en crayolas de color amarillo, mi sabor favorito. Esa era o sigo siendo yo, la que pensaba que la solución a la pobreza era fabricar más billetes, la que creía con absoluta devoción que un conejo habitaba la luna.

Qué conejo tan evolucionado, ¿no? Sobrevivir a una atmósfera tan insignificante, siempre quise poseerlo. Mi meta no solamente era llegar a la luna, sino encontrar ese conejo y traerlo de vuelta a casa. El niño que fui no se conformaba con dejar sólo una huella en la luna, necesitaba además rescatar ese conejo y llevarlo con sus iguales. La luna no es lugar seguro para un conejo.

Y hoy, por instantes pareciera que solamente la luna nos observa mientras dejamos de ser lo que éramos. Hoy que soy mayor, pareciera que el conejo es quién debe salvarme a mí, a veces creo que hasta se burla un poco de mí. 

Estoy absolutamente seguro que alguien creó ese conejo para que yo lo rescatara y para que mi meta fuera más allá de la luna

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