miércoles, mayo 2

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Metrosexualidad, la expresión de la homofobia comercial


Son ya casi diez años de que surgió el término Metrosexual en el lenguaje de la moda, la masculinidad y el cuidado personal.  Tiempo en el que salieron 10,000 historias sobre las bondades de usar humectantes y se volvió un sello comercial utilizado poco a poco por muchas marcas de todo tipo.  Tiempo en el cual pensé que ya no tendríamos que volver a lidiar con ese término y había sido un asunto casi pasajero de la moda y de la comercialización de productos para el hombre. 

Pero con el pasar de estos años desde que se acuñó el término, caigo en cuenta ahora que no es más que una forma de nueva homofobia.  Esta imperante necesidad de crear un lenguaje que clarifique los límites de género y comportamiento de otros hombres, para acercarse a algo que sea aceptable por otros heterosexuales, pero aún así manteniendo a los homosexuales de manera segura del "otro lado" de la línea.  

Aunado a estos productos, surgieron un sinfín de servicios y guías para que ese hombre heterosexual se convirtiera en el metrosexual que todas las mujeres a su alrededor soñaron, pero sin caer en mariconerías que lo llevaran a ser confundido con un gay. Qué cantidad ahora de mujeres presionan a sus novios, esposos, parejas o amantes a cuidarse más, a perfumarse,  a depilarse, a invertir más en el corte de cabello, sus ropas, en fin a acicalarse completamente y ahora ¡los hombres lo aceptan!, porque el fenómeno mediático de las superestrellas metrosexuales ha invadido por completo su psique, ah pero eso sí, "nada de joterías" para ellos.

Viendo hacia atrás en el tiempo, podríamos ver un poco de dónde comenzó todo esto.  Surge quizás hace unos 30 años, entre que Calvin Klein comenzó a comercializar la masculinidad, al poner el primer anuncio espectacular de un hombre en ropa interior con un bulto muy marcado;  la revolución científica de los términos "heteronormativos" de los hombres que fue establecida para definir el comportamiento heterosexual y el surgimiento y glorificación del Viagra, reivindicando la sexualidad de hombres de todas las edades.  Todo este fenómeno de "venta de masculinidad" tomó por sorpresa a muchos al no imaginar antes que ésto fuera posible. 

La forma en que podemos definir ahora la masculinidad es totalmente alrededor del capitalismo.  Antes solamente era a través de conceptos relacionados con el trabajo y función social.  En otras palabras, en la historia de la humanidad los hombres se definían como tal por lo que hacían.  Iban de cacería y recolección, después se pusieron uniforme para realizarlo y lo hacían dentro de fábricas, luego en oficinas, siempre regresando a casa con comida, bienes o un cheque que los compra.  Hombre = proveedor.  Pero ahora realmente el hombre = consumidor. 

Todo está en orden, mientras que los hombres heterosexuales se apeguen a vestir pantalones a la cintura y camisas  de corte relajado de telas sintéticas, mientras que los hombres gays (al menos los más visibles), utilizan ropas "mejores", o al menos más interesantes.  Los hombres gays como clase social se volvieron iconos de moda en primer instancia, no sólo porque están involucrados desproporcionadamente en lo que la industria del estilo y la moda se refiere, pero también porque tradicionalmente los que no tienen hijos y están bien establecidos, tendrán más dinero disponible para gastar en ellos mismos, en verse bien.

Claro que depender solamente de los hombres gays para mantener la industria masculina de la moda económicamente sana es una falacia, ya que la verdad es que muchos hombres gays tenemos muy mal gusto, es la verdad, y muchos pasan menos de las dos horas en el gimnasio diariamente que todos creen que lo hacemos.  También veamos la realidad de los números, pues solamente somos el 10% de la población de hombres del planeta, si es que crees en esa medición tradicional.  Así que qué le queda al mercado, pues crear un nuevo segmento para poder vender más productos, el capitalismo es imperante y feroz.  Los mercadólogos son expertos en poder hablar a las mujeres y a los gays en un lenguaje que asocia la moda y el estilo con la autoestima, la autovaloración y la identidad, así que decidieron atacar a los hombres heterosexuales para que comenzaran a actuar más femeninos/gays, al menos en sus conductas de consumo.

El término metrosexual se acuñó en 1994 por el comentarista cultural británico Mark Simpson.  Lo utilizó para referirse irónicamente a los gustos de la estrella del fútbol soccer David Beckham y los hombres que lo comenzaron a imitar, independientemente de alguna persuasión sexual, quienes están, más que nada, locos de remate por si mismos.

Pero una cosa curiosa sucedió en el camino hacia el mercado de consumo masivo, lo metrosexual se convirtió en una especie de protección o armadura lingüística de los hombres, para poder actuar de maneras "gays" pero manteniéndose afianzados de su hombría.  Se comenzaron a escuchar frases como "él no es gay, es metrosexual".  Es aún más peculiar el hecho de que a la par de la internacionalización de la metrosexualidad, se estimularon los roles "femeninos" y  "macho" de actuar en la cultura pop de muchos países. Surgió una nueva homofobia por el uso y adaptación de las modas y de los cuidados personales.

El problema real de la supuesta revolución metrosexual radica ahí:  creó la ilusión de iluminación en todos sobre la fluidez de la sexualidad humana, pero es en realidad una ligera manera con más estilo, de que los hombres heterosexuales sigan a la defensiva, actuando de maneras mucho más machistas que antes.  Aún peor es que surjan iconos femeninos tan regresivos como una  Paris Hilton, cuya supuesta sexualidad asertiva, solamente está supeditada por la función que tiene de servicio hacia los hombres (su postura de complacencia sexual).


¿Acaso no es una situación hilarante?, el ver que los heterosexuales entre más se cuidan y acicalan, ejercen más irresponsablemente su machismo, los envalentona y provocan peores actos de homofobia que los que se generaban antes de "parecerse" a los gays.

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