lunes, mayo 28

Sueños para llevar

Caricias sin estrofa

Guarda silencio, necesito que me escuches. Que me leas, que me veas; que me sientas debajo de tanta duda, donde arden despacito las ganas que tengo de que por fin te creas mis te quieros.

¿Ya tengo tu atención? Mira. Mira cómo traigo el cabello hecho un desmadre, las ideas desatadas, igualito que el amor. No me veas con esa cara, ni que fuera novedad el sentimiento. Es cosa de que te vayas acostumbrando, porque de aquí a que yo me rinda, a ti ya te dio por nunca irte. Y eso es lo que quiero, que te quedes. Y que quedes conmigo de salir alguna tarde; como hoy, que la música le hace eco a mis palabras y entonces mejor me quedo calladito para que la melodía te convenza de una vez.

Te quiero, ¿ves? Como se quiere cuando uno ni enterado, se van metiendo al corazón las virtudes y los momentos memorables, así, sin avisar. Para cuando te vienes a dar cuenta, resulta que el amor sí existe, no duele y quieres más. Luego te vienes a enterar de que ya dedicaste una canción, ya se te salió su nombre en la platiquita cotidiana y ya no quieres despedirte. Y se te siguen metiendo las risas, los cumplidos inocentes, las cositas en común. Se te siguen enraizando a la sonrisa los acordes de su voz y te callas la propuesta de un mañana compartido.

Ven, vamos por una nieve. Que de cuál quiero, que me da igual, yo lo que quiero es estar contigo. Entenderle al café de tus ojos y que tú te enteres de lo que gritan los míos. Mirarnos entre letras sin sonido para adivinarnos el pensamiento más tenue y reírnos con los nervios de que comprendimos todo sin hablar. Ándale, que eso quería, un amorcito de esos a los que le sobran las palabras, que se entienden con un versito en la mirada y se reconquistan a diario con el roce de la piel.

Ten, te dejo esta canción. Y un sinfín de caricias chiquitas que te buscan en la comodidad de cualquier lugar. Las manos extendidas atrayendo tu cercanía, los sentidos bien alerta para cuando te dé por hablarme con el cuerpo y los pies descalzos por si hay alguna verdad que se nos escape al confesar.

No sé si ya vamos caminando al mismo paso, si tú vas por delante o soy yo quien sin querer te dejó atrás. Pero ahí donde los senderos bifurcan, confunden y alejan, sé que tú y yo nos volveríamos a encontrar. No te apures, cariño. Tengo tiempo. Es lo que me sobra cuando todo lo estoy guardando para pasarlo a tu lado. 



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